Los retos del coworking en tiempos de pandemia

Sobre el Autor: César Enrique Zentner Alva es Coordinador y catedrático de la carrera de Administración y Emprendimiento. Estudiante del Doctorado en Administración. Magíster en negocios de la Universidad Particular de Chiclayo. Facilitador en Wadhwani Foundation.Diplomado en Tecnologías de la Información y Comunicación aplicadas a la Educación en USIL. Diplomado en habilidades gerenciales para la educación. Diplomado en Liderazgo Digital.
La pandemia actual ha obligado a las organizaciones a adaptarse recurriendo al teletrabajo. A lo largo de los meses transcurridos en este contexto de trabajo a distancia, se ha pedido a los empresarios que reflexionen sobre la formulación de una visión del teletrabajo que pueda armonizar con las necesidades de los diferentes tipos de empleados.
 
En pleno apogeo antes de la pandemia del COVID-19, el coworking prometía un desarrollo aún mayor después de la crisis sanitaria. ¿Por qué? ¿Cuáles son las ventajas del coworking?
 
A medida que el teletrabajo se ha extendido por todo el mundo debido a la pandemia, el coworking está emergiendo cada vez más como una solución a largo plazo. Si bien trabajar desde casa llegó para quedarse, incluso después de la crisis, presenta desafíos importantes.
 
En sus inicios, el coworking estaba destinado a los independientes. Este último vino principalmente para conocer a profesionales de diferentes sectores. Pero desde la pandemia del COVID-19, el coworking ha afectado a personas que no eran el público inicial de los espacios compartidos: los nuevos teletrabajadores de la crisis sanitaria.
 
Sin embargo, en el corazón de la crisis del COVID-19, algunos participantes de coworking experimentaron algunas dificultades (en particular WeWork). El sector aún joven y frágil se ha visto sacudido por la crisis sanitaria. Los espacios tuvieron que cerrarse porque generaban demasiados costos que ya no estaban cubiertos por los trabajadores que preferían quedarse en casa.
 
Sin embargo, la crisis sanitaria también fue una oportunidad para que el coworking se reinventara. De hecho, con la pandemia, los métodos de trabajo tuvieron que evolucionar. El teletrabajo se ha extendido y tanto las empresas como los trabajadores lo han adoptado. Y esta tendencia general hacia el teletrabajo debería continuar después de la crisis sanitaria.
 
De manera más general, las empresas tendrán que cambiar sus espacios de trabajo para darles más flexibilidad. La optimización de los costos inmobiliarios también está en la agenda. Esto es tanto más cierto cuanto que la inestabilidad generada por la crisis ha hecho que las empresas se muestren reacias a volver a participar en un arrendamiento comercial clásico. Por lo tanto, el coworking parece ser la solución ideal para abordar estos problemas: permite a los colaboradores trabajar en buenas condiciones y a las empresas reducir sus costos. Los espacios de coworking también se han adaptado para cumplir con las medidas sanitarias recomendadas por los gobiernos: distanciamiento social, uso de mascarilla, gel desinfectante, espacios ventilados y aforo limitado.
 
De hecho, la calidad de vida es más importante que nunca. Después de la libertad de trabajar desde casa, a muchos empleados les resulta impensable volver a la oficina a tiempo completo. De hecho, una encuesta sobre los deseos de los empleados después de la pandemia, realizada en LinkedIn en junio de 2020 a 1200 encuestados, informa las siguientes cifras: el 60,6% quiere una combinación de teletrabajo y oficina y el 33,1% quiere ser exclusivamente teletrabajo. En consecuencia, solo el 6,3% desea volver a la oficina a tiempo completo.
 
Según una encuesta de Leger Marketing, «el 31% de los empleados estaría de acuerdo con un recorte salarial a cambio de un mejor equilibrio entre el trabajo y la familia». Más flexibilidad es lo que quieren los empleados de hoy (Schmouker, 2020). Y esta fórmula basada en el teletrabajo da un lugar de honor al coworking.
 
Si esta metodología se vuelve esencial, las empresas podrían dar a los empleados la opción de cambiar entre tres espacios de trabajo: su oficina clásica, su hogar (home office) o el espacio de coworking.
 
Por supuesto, el coworking también tiene sus límites. Por lo tanto, no será adecuado para todos y para todas las actividades, especialmente cuando el negocio está creciendo. Tampoco hay que minimizar otro inconveniente del coworking: la contaminación acústica que puede generar a los usuarios que necesitan calma. También tenemos que buscar el espacio adecuado porque, por el momento, las grandes ciudades son las que mejor dotan de espacios compartidos y los pueblos pequeños no son muy dinámicos. El modelo de negocio del coworking también mostró sus límites durante la crisis de salud: las plataformas deberán asegurar la fidelidad de los usuarios, pero también limitar los costos para encontrar un equilibrio financiero.
 
En resumen, los beneficios económicos del espacio de trabajo colaborativo son incomparables. En primer lugar, con el modelo de teletrabajo/coworking, se evitan los costos de acondicionamiento, mobiliario y equipamiento relacionados con la oficina permanente. Dicho esto, la empresa también se beneficia de una flexibilidad excepcional en términos de espacio. De hecho, el coworking permite una variedad de arreglos hechos a medida. Al mismo tiempo, nos libera de un compromiso a largo plazo: los costos fijos se transforman así en costos variables, dependiendo de los planes de la empresa.
 

¿Innovación en la educación?

«Las empresas no son innovadoras simplemente por hacer algo nuevo. Si este algo no cumple con los requerimientos del cliente, dándole alegrías o solucionando sus dolores, esto solamente quedará en lo anecdótico.»

La crisis de COVID-19 ha ocasionado un freno forzoso del modelo educativo que impera en nuestro país. La situación, si bien atípica, no debió tomarnos desprevenidos. Ha puesto en evidencia la escasa innovación que este sector tiene en el país. Esto unido a una preparación para la educar pobre es una tormenta perfecta.
Primero me enfocaré en las condiciones del recurso humano; preocupa mucho el escaso conocimiento de los educadores en soluciones digitales. Hoy en día no sólo cualquiera que enseña debe saber de metodología pedagógica sino que los profesores de hoy los profesores deben saber de tecnología si realmente se busca ofrecer una educación de calidad de acuerdo a los estándares mínimos que requiere el mercado. Tengamos en cuenta que en otros países esto es el día a día. La capacitación a los educadores en tecnología no ha sido una prioridad (ni lo es hoy) en el las instituciones; esto limita grandemente el potencial de uso de las herramientas tecnológicas. Por otro lado muchas no han invertido en infraestructura. Se debe tener en cuenta que la normativa local es en muchos casos rígida y anacrónica y que en muchos casos genera en vez de generar una educación de alto estándar genera lo opuesto de lo que pretende. Un ejemplo claro es el Art. 47° de la Ley N° 30220 en el que se indica que los estudios de Maestría y Doctorado no podrán ser dictados exclusivamente bajo la modalidad a distancia. Estas condiciones castigan lo ágil y líquido, las condiciones son totalmente adversas para la innovación.
Es comprensible que estas condiciones de estrés lleven a las instituciones educativas a buscar soluciones a sus problemas. Sin embargo, en muchos casos no existe una comunicación con el estudiante, no hay preocupación por empatizar con él: conocer sus ganancias, trabajos y dolores. El grueso de las respuestas son reactivas a apagar el incendio (necesidad) sin pensar en prueba-error y en experimentos constantes que involucren el oír al cliente (oportunidad). Instituciones y Estado se encuentran enamorados de su solución y no se encuentran enfocados en solucionar problema del consumidor. Los conceptos de centrarse en el cliente son totalmente ajenos. En vez de buscar eso corren ante la supuesta panacea de la virtualización. Se deben crear nuevos modelos enfocados en solucionar problemas reales e interiorizar que la innovación debe ser una constante en todas las instituciones del siglo XXI.
Hoy vemos una carrera en muchas instituciones educativas. Estas buscan adaptar su material al mundo virtual como si poner unas dispositivas en Zoom solucionara el problema. Los alumnos no necesitan la misma educación de hace 20 años, las necesidades son distintas. Hay un amplio camino para innovar en modelo de negocio y aportar valor. Integrar tecnologías (muchas a disposición hace años, otras como IR, o IA) es solo una parte de este camino y su uso no convierte a la institución en “innovadora” o “disruptiva”. Hoy más que nunca las instituciones deben ser ágiles y adecuarse al nuevo entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo. Las herramientas digitales son sólo esto, herramientas que permitirán a las empresas hacer mejor su trabajo pero
Realmente estas instituciones no entienden qué es transformación digital; creen que por utilizar herramientas virtuales son instituciones digitales. Como sabemos, lo digital no puede considerarse innovador, es parte del día a día. Las empresas no son innovadoras simplemente por hacer algo nuevo. Si este algo no cumple con los requerimientos del cliente, dándole alegrías o solucionando sus dolores, esto solamente quedará en lo anecdótico.
Existen startups y modelos educativos exitosos a nivel mundial (Coursera, Open English, Blackboard, etc.) que podrían aportar mucho a elevar la bajísima calidad educativa del país. También existen diversas startups peruanas en como Tannder, Crehana o Wawa Laptop que con modelos probados y apoyados por Innóvate Perú no han sido tomadas con la debida atención por el MINEDU. En Investa VB, por ejemplo apoyamos a EmprendeJoven, startup chilena que genera experiencias de aprendizaje.

Sobre el autor:
Luis Salazar es un experto en innovación y emprendimiento. Es socio fundador de Investa VB, un gestor de ecosistemas de innovación corporativa. Nuestra misión es transformar compañías de manera racional y – en compás con sólidas estrategias – generar espacios para que la innovación aterrice de manera asertiva, entendible y eficiente

Innovación & Bionegocios: grandes cambios en tiempos de grandes crisis

Raisa Lama Segura: Co-fundadora de Ento Piruw, startup ganadora del Future Agro Challenge 2019, ganadores en la final en Grecia del UP Award y alumni Royal Academy of Engineering II Innovation and Sustainable Development Projects

«La crisis de COVID ha ocasionado un freno forzoso del modelo educativo, lo que ha puesto en evidencia la escasa innovación que este sector ha tenido en el país»

En el actual contexto COVID-19 hemos sido testigos de la recuperación de algunos ecosistemas y aparición repentina de especies de animales no avistados en buen tiempo. Esto nos lleva a reflexionar sobre las actividades antropogénicas y sus efectos colaterales sobre el medio ambiente; y a cuestionar la “normalidad” en la que vivíamos. Encontrando así, convergencias entre los desafíos climáticos con los desafíos del COVID-19, y el llamado para replantear un “nuevo mundo” post-COVID, alineado con el desarrollo sostenible para conseguir un mundo más igualitario, solidario y verde.

En esta línea, llegan noticias del continente europeo sobre un “Nuevo Pacto Verde” que busca implementar una política para luchar contra los efectos del cambio climático mediante la aplicación de una serie de medidas que transformen el actual modelo económico hacia un modelo económico más sostenible.
Encontrando entre los beneficios más tangibles:
i) Energía más limpia y barata
ii) Transporte inteligente
iii) Envases reutilizables o reciclables, y menor generación de residuos
iv) Aire, agua y suelo más limpios
v) Menos plaguicidas y fertilizantes
vi) Alimentos más sanos y de producción sostenible
vii) Productos más respetuosos con el medio ambiente en nuestros comercios

De esta manera, Europa está sentando las bases para el Pacto Verde mundial, con nuevos lineamientos de gobernanza que tarde o temprano llegarán a Perú, trazando metas para la generación de nuevos trabajos, un medio ambiente más limpio y una mejor calidad de vida para la población.
Sin embargo, el cambio climático es una de las mayores amenazas existentes para nuestra forma de vida. Para combatirlo, tenemos que ser lo más innovadores posibles en las soluciones propuestas. Y de esa manera conseguir un mundo nuevo más verde.

“Grandes cambios han sido precididos por grandes crisis”
El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otros organismos internacionales ya han anunciado que la recesión podría llegar a tener un impacto económico equivalente al vivido en la Segunda Guerra Mundial. Y en esa misma línea, será necesario buscar soluciones innovadoras que impulsen grandes cambios como una Cuarta revolución industrial alineada a conceptos como economía circular dentro de pactos políticos como el Nuevo Pacto Verde.

“Bio-negocios, el futuro en el mundo de hoy”
La historia nos ha demostrado que toda crisis es una oportunidad y no podemos quedar paralizados esperando que las soluciones lleguen por sí solas. Es ahí donde el mundo del emprendimiento e innovación tiene la oportunidad y deber de presentar soluciones, que permitan un crecimiento económico sostenible capaz de crear empleos de calidad y a la vez combatir el cambio climático.
En este contexto, los bio-negocios se perfilan como actividades que permiten poner en valor la bio-diversidad y riqueza natural.  Perú, al igual que Colombia y Brasil, es un país megadiverso, con una alta capacidad para el desarrollo de bio-negocios y bio-comercios basados en productos y servicios a partir de nuestra bio-diversidad.

Es importante resaltar que los alimentos relacionados a la megabiodiversidad de los países mencionados y principalmente de Perú, son altamente valorados y demandados en mercados internacionales como el asiático, europeo y americano. Estos solicitan productos provenientes de bio-negocios que además trabajen bajo lineamientos de energía limpia, economía circular y comercio justo. Es interesante ver el crecimiento de la demanda por productos de los bio-negocios y bio-comercio, asociado directamente con un despertar de la conciencia de las personas y una tendencia a prácticas de producción y consumo responsable.

Ento Piruw es un emprendimiento peruano de base tecnológica dedicado al estudio y desarrollo de productos innovadores a partir de fuentes alternativas de proteína eco-sostenible y de alto valor nutricional. Somos un equipo de profesionales convencidos en la necesidad de implementar y crear innovaciones bajo lineamientos de sostenibilidad y economía circular. Nuestra propuesta es de un modelo de bio-negocio que presenta proteínas alternativas no tradicionales en sinergia con insumos peruanos, como parte de los superalimentos peruanos en el mundo de hoy.

En el 2019, tuvimos la oportunidad de representar al Perú en el concurso internacional de agro-emprendimiento “Future Agro Challenge 2019” realizado en Grecia, el cual contó con la participación de alrededor de 60 países de diferentes continentes. Esta fue una experiencia enriquecedora para compartir y crecer como empresa, conociendo de cerca a distintos change-makers y founders del sector bio-negocios, y específicamente, del agro-emprendimiento con propuestas innovadoras para solucionar problemáticas en diferentes latitudes. Así también, logramos conseguir el “Up Nutrition Award” debido a la propuesta nutricional, poniendo en vitrina el sólido potencial que tiene nuestro megadiverso Perú para innovar en los bio-negocios y bio-comercio.