¿Necesitamos Más Innovadores?

Sobre el Autor: Javier Benavides es socio de Investa VB, financiero y estratega de la innovación. Realidad y futuro juntos para construir puentes racionales entre la innovación (un medio) y el core business corporativo con un objetivo claro: capturar mercados y ganar la preferencia del cliente de manera rentable y generadora de valor a corto, mediano y largo plazo. Customer Centric no basta si no hay sentido común empresarial.
Joseph Schumpeter ya mencionaba hace cerca de setenta años que los agentes de cambio son los empresarios innovadores. En estos últimos diez años esa afirmación se afirma hoy en términos reales de manera impresionante. Cada vez más personas quiere entrenarse en elementos agile, en innovación, en generar squads, tribus con miles de post its y divagando entre design thinking y lean. Lo bueno es que veo muchos experimentadores, pero aún pocos squads que están saliendo a la calle, a ser ghosts de la realidad para entenderla y ser los que alimenten la creatividad previa a la innovación. Lo malo es que estamos convirtiendo a personas en usuarios o customer personae donde se contradice una supuesta filosofía customer centric con búsqueda de encasillar y atrapar a las personas que desean bienestar (o mejor dicho, estar bien, sentirse bien y con valor).

Por otro lado, se crean direcciones, gerencias, jefaturas de innovación con capacidad vertical y no transversal. Efectivamente, la innovación es una función que aún no encuentra su lugar en los organigramas siglo XX actuales. Las universidades y centros educativos tampoco ayudan al impartir conocimiento siglo XX con técnicas siglo XXI. El conflicto es evidente y quizás entendible por ser organizaciones siglo XX con enseñanza del siglo siguiente. El ejemplo murió desde el inicio con esta evidente contradicción y contaminamos lo que enseñamos al mostrar aún teoría. Los altos directivos lo entienden perfectamente. El paradigma de «las corporaciones son lentas y no entienden» es sólo eso, un paradigma y monolito exacerbado al cual rendirle culto. Las corporaciones aún están en modo de transformar y pasar por una seria crisis de modificarse a sí mismas para servir mejor.
Y no hablamos de poco, hablamos de un transplante de corazón para las corporaciones.

Siglo XX: maximización de utilidades.

Siglo XXI: maximización de adaptación al cliente (las utilidades son una consecuencia razonable de lo bien que hagamos lo primero).
Por eso me queda la sincera duda de si realmente necesitamos más innovadores. Eso bajo el contexto de que existe una creencia de que «antes» no se innovaba, que no había «agilidad». Las grandes compañías de hoy nacieron de emprendedores ágiles y aún son más grandes que la compañía donde estás. No las desdeñes.

Si a los nuevos innovadores aún les enseñamos sobre análisis competitivo (a Michael Porter le darían arcadas ver que aún sigue esos libros suyos en vez de los nuevos con una evolución diferente), sobre gestión de proyectos fijos (que felizmente se cambia con el PMBoK versión 7 en este 2021), sobre valuación de activos financieros bajo el modelo CAPM (que aún no tiene un claro reemplazo, pero sí algunos arreglos o complementos) e incluso sobre innovación pensando en el Producto Mínimo Viable; creo que debemos reformular.

Hagamos una pausa y entrenemos mejores innovadores. Ya sea que trabajen en sus propias compañías o en las de otros. Los necesitamos y los necesitamos mejores, más ávidos, más curiosos, más rebeldes y con su mayor énfasis en probar hipótesis. Para ello, los necesitamos mas amorosos con sus clientes y más apegados a los experimentos que a las ideas.

Por ello, el onboarding debe ser con el cliente, no sólo con la compañía. Los clientes internos son cada vez menos relevantes y eso es bueno. En ese camino, los denominados departamentos de recursos humanos deben ser la cadena de transmisión principal hacia los clientes y los departamentos de servicio interno deben estar abocados a ser parte de esa estructura de servicio al que no está dentro de la compañía.

Kotler, Pförtsch y Sponholtz ya lo mencionan en su último libro H2H Marketing, , e incluso proponen que las organizaciones abandonen al fin sus ligazones a la cultura vertical actual, pues se constituye en una traba a su propia supervivencia.

El mundo está en problemas y necesita mejores innovadores. Si nos fijamos sólo en la cantidad el aprendizaje está condenado.

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